lunes, 20 de diciembre de 2010

Francis Fukuyama: “El Perú no puede aspirar a ser del Primer Mundo con un sistema político del Tercer Mundo”

Una Verdad Incómoda


En 1999, el politólogo Francis Fukuyama, presentó su libro “La gran ruptura”, en el que analiza los cambios drásticos que se produjeron en la sociedad industrial de mediados del siglo veinte, particularmente en el decaimiento de la confianza en las instituciones.
Respecto a la cual dice: “la Confianza es como el lubricante que hace que cualquier grupo u organización funcione en forma más eficiente”. Si los miembros de un grupo aceptan que los integrantes del mismo, se comportarán en forma correcta y honesta, terminarán por confiar los unos con otros. Habrá cooperación.
El conjunto de valores o normas informales compartidas, constituirá el Capital social.

Esto vino a decirnos el profesor de Harvard en octubre del presente año. Nos hizo ver que ese “lubricante” es el que más falta nos hace. No porque las instituciones se hayan desgastado, sino porque han perdido por errores propios, los márgenes de credibilidad, que les debieran ser inherentes.
Y un país sin Capital Social, no tiene aptitudes para ingresar al primer mundo. Es por ello, que con la claridad que caracteriza a los académicos, nos dijo que “El mayor déficit del Perú es su débil institucionalidad”; añadiendo luego que tener un Estado competente y no corrupto es esencial para el funcionamiento del modelo democrático liberal.
No faltaron naturalmente, las voces poco enteradas que desde el Gobierno trataron de enervar (sin fortuna) las apreciaciones que sobre nuestro país hiciera Fukuyama.
¿No es acaso cierto que las más importantes instituciones de la Democracia son los Partidos Políticos y que estos tienen los más bajos índices de credibilidad y confianza? ¿No están desacreditados en niveles alarmantes, el Poder Judicial y el Poder Legislativo? ¿No es este el escenario propicio para la aparición de un aventurero de la política, que explote ese sentimiento de rechazo y se convierta en opción en las próximas elecciones?

Estado Seguro y No Corrupto
Situemos las cosas en su JUSTO MEDIO. Una economía mineralizada como la nuestra, primaria exportadora, tiene inciertos niveles de crecimiento sostenido en el mediano y largo plazo. Y es además vulnerable, debido a su fuerte dependencia del mercado internacional. En esas condiciones, es todavía iluso aspirar ser un país del Primer Mundo.
Es cierto que los últimos gobiernos han manejado en forma responsable nuestra economía. Lo es, que nuestras tasas de crecimiento han sido notables (aunque con altibajos, como que el año pasado solo fue de 1.5%) y que en razón de ello, se hayan incrementado las inversiones directas en nuestro país; pero también debemos de reconocer que ellas se han orientado al sector terciario comprando empresas ya existentes y al sector minero, magro generador de empleo.
Debemos ir paulatinamente cambiando de modelo exportador, partiendo de la base del “espíritu emprendedor”, que Schumpeter atribuye a los empresarios que crean e innovan en un mundo competitivo en el que deben asumir continuos riesgos. Rasgos que los agentes productivos en nuestro país, aún no han asumido, por cuanto los niveles de inversión en investigación y desarrollo aún son insignificantes. Y así, no se puede competir en un mundo cada vez más globalizado.
A despecho de quienes creían que Fukuyama, por ser un “portaestandarte del neoliberalismo”, iba a recetar una reducción del papel del Estado, nos dijo que el mundo anduvo a bandazos. De tener uno fuerte y omnipresente, se pasó a uno restringido y débil. Ni lo uno, ni lo otro; lo que el Perú requiere – dijo – es un Estado que sea capaz de dar seguridad a la población y de combatir a la corrupción.
En ambas responsabilidades, es que el nuestro tiene una gran deuda pendiente. Y no parece ser el mejor camino para revertirlo, minimizándola, como si la palabra y no las acciones, fueran la mejor fórmula.

Democracia y Libre Mercado
Convenimos con el sociólogo chileno Tomás Moulian, en que “el capitalismo sin control ni regulación no es la mejor receta”. El mercado solo no arregla ni ajusta todo. Los Gobiernos deben aplicar políticas públicas reguladoras. Es tal vez el regreso de Keynes, pero con la experiencia vivida de ochenta años de neoliberalismo.
Cuando Fukuyama publicó su obra más conocida en el verano de 1989 titulada “El fin de la historia y el último hombre”, muchos ideólogos, creyeron interpretar que el fin se refería a la última parada, cuando en realidad, se estaba refiriendo a un fin por alcanzar. Y ese fin en la evolución histórica de la sociedad, después de la autodestrucción del marxismo, es el modelo de democracia liberal.
Algo que Giovanni Sartori había afirmado cuando dijo que la Democracia había derrotado a todos sus enemigos. No se concibe Libre Mercado, n otro sistema político que no sea éste.

Hacia unCrecimiento Sostenible
En suma, una vista muy importante la de este prolífico estudioso, al que los voceros del Gobierno trataron de minimizar fatalmente con éxito; pues debiera haber merecido un grato reconocimiento por “hacer pisar tierra”, a las declaraciones fantasiosas del Presidente García, quien aseguró (que pese a sus terribles lastres institucionales), el Perú se encamina a ser un país del primer mundo. Compartimos el deseo, pero no la irrealidad.
Hagamos primero que el Crecimiento Económico sea Sostenible y se sustente en una producción diversificada con tecnología. Que ese crecimiento económico se convierta en desarrollo, ejecutando una profunda reforma del Estado, para hacerlo competitivo, eficaz y no corrupto.


La persistencia de la pobreza, es generada por errores gubernamentales (Jeffrey SACHS “El fin de la Pobreza”)