viernes, 12 de diciembre de 2008

Comunidad Andina de Naciones - ¿Solo un buen deseo?

A pesar de su recargada agenda y de tener que tomar juramento al remozado Gabinete, el presidente García hizo un viaje relámpago a Guayaquil para sumarse al esfuerzo por apuntalar la CAN.

Hace ya varios años que los presidentes vienen repitiendo estos esfuerzos sin resultados positivos aparentes. Y aunque ha habido algunos avances, pareciera que los retrocesos y estancamientos son más frecuentes.

En Europa, sin embargo, el proceso ha sido más auspicioso. Países que se enfrentaron en dos guerras mundiales, con idiomas e idiosincrasias diferentes, y con economías en disímiles etapas de desarrollo están a punto de promulgar una Constitución común, después de haber formado una asamblea parlamentaria (Parlamento Europeo) y compartir una moneda única (Euro).

El camino que la Comunidad Europea ha recorrido es relativamente corto. Se inicia en 1951 con el Tratado de París, en el que se establece la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, organismo mediante el cual sus seis miembros primigenios enfrentaron el problema de la crisis energética con relativo éxito.

El Tratado de Roma, de 1957, y el Acta Única Europea, de 1986, siguieron a esta iniciativa. Estos esfuerzos sucesivos solo pudieron lograrse gracias al firme convencimiento de que la realidad económica del mundo implicaba conformar bloques de mayor capacidad negociadora.

El Tratado de Maastricht, firmado en febrero de 1992 y modificado por el Tratado de Amsterdam, entró en vigor en mayo de 1999. El Tratado de la Unión Europea consagra oficialmente el nombre con el que este bloque es conocido actualmente y supone no solamente una ligazón económica, sino un paso irreversible hacia la unión política.

A pesar de las grandes dificultades que tuvieron que enfrentar, los países europeos supieron mirar el mundo y, a partir de esa mirada, llegar al convencimiento de que sus intereses estatales pasaban necesariamente por una visión común. Hoy, tienen una moneda común, un Parlamento que funciona efectivamente como tal y un concepto de ciudadanía que no conoce restricciones de origen. Igualmente, han establecido una política exterior y de seguridad comunitaria. Viejos enconos y suspicacias han sido reemplazados por la realidad política y económica.

En Sudamérica pretendemos hacer lo mismo. Este esfuerzo integrador se inició en 1969 con la firma del Tratado de Cartagena, al que se adhirieron Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Chile fue miembro originario pero se retiró en el año 1976, mientras que Venezuela se incorporó en 1973 y se retiró en el 2006. Su objetivo principal fue promover el desarrollo equilibrado y armónico de los Países Miembros.

Aparentemente, sería este ambicioso y tal vez irreal objetivo el que habría causado las mayores dificultades. Y nos referimos a aquellas que hasta el día de hoy no permiten su consolidación, a pesar de que algunos países no han tenido enfrentamientos bélicos entre sí, hablan el mismo idioma, comparten la misma escala de subdesarrollo y tienen los mismos orígenes históricos.

Con diversos nombres y renovados deseos de integración, los países que integran la CAN han tenido una presencia formal intermitente. Una muestra de su poca alentadora marcha es el Programa de Liberalización, que tuvo por finalidad la apertura total entre los Países Miembros a partir de la eliminación de todo tipo de arancel.

Bolivia, Colombia y Venezuela concluyeron su apertura recíproca en 1992, Ecuador lo hizo en 1993 y Perú reasumió sus compromisos con el grupo en un proceso que debió haber culminado en 1995, con la creación de una Zona de Libre Comercio. Actualmente, la CAN ha logrado que los productos de la subregión circulen libremente sin pagar aranceles.

Hemos avanzado en la creación de un Parlamento Andino; sin embargo, este organismo no tiene facultades para actuar como tal. Lejos, muy lejos, estamos del ideal de conformar un solo mercado.

Esperamos que el reingreso de Chile permita potenciar la presencia mundial de este organismo, que cubre un área aproximada de 4 710 000 kilómetros cuadrados y engloba una población de 105 millones de habitantes cuyo PBI supera los 206 mil millones de dólares.

Los convenios Simón Rodríguez, referido al terreno sociolaboral y firmado en 1973, e Hipólito Unanue, cuya competencia está orientada al ámbito de la Salud, son esfuerzos por integrar a los Países Miembros. Sin embargo, los resultados parecieran ser menores a las expectativas que se cifraron durante su concepción.

Tal vez no hemos sido conscientes de la necesidad de integrarnos debido a una tendencia atávica al caudillismo, que habría producido ambiciones de liderazgos innecesarios. Mientras que nuestras estrecheces económicas no han podido acabar con los rescoldos nacionalistas expresados, en algunos casos, en chauvinismos trasnochados, una irreflexiva ideologización nos ha mantenido más separados que unidos.

A estos factores se agrega la actitud suicida de algunos Países Miembros de no avanzar juntos en las negociaciones en bloque con la UE. La persistencia de Perú y Colombia por avanzar con mayor celeridad en la conquista de ese mercado tropieza con la renuencia de Bolivia y la tibieza de Ecuador.

Este desencuentro nos preocupa y nos confiere el legítimo derecho de preguntarnos por el futuro de la CAN. Han transcurrido 39 años de avances y retrocesos. A pesar de compartir tantos factores comunes, ¿qué atentó contra la integración que por necesidad debíamos concretizar? ¿Tenemos aún alguna señal de optimismo? No obstante estas desalentadoras peripecias, abrigamos la esperanza de que la CAN se fortalezca. Está en juego el futuro de nuestros estados y el de los 105 millones de ciudadanos andinos que los conforman. Si bien no es un mercado muy apetecible por su densidad demográfica, nuestro territorio tiene los recursos que el mundo demanda. Y esa es nuestra más contundente fortaleza.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Crisis Financiera en EE.UU.¿Dónde está el Justo Medio?

Falta de información confiable y una excesiva IDEOLOGIZACIÓN en el tratamiento del tema, vienen echando más sombras que luces, respecto a la crisis financiera que se ha evidenciado en EE.UU. hace unos meses.

Crisis que le ha servido a los anti-neoliberales para proclamar su Waterloo. Particularmente, por el hecho que el Gobierno norteamericano, haya decidido ejecutar el mayor salvataje estatal de la historia universal.

¿Muerte del capitalismo?

Comunistas de diversa intensidad, creen incluso que, el CAPITALISMO, y su expresión más demoníaca: el LIBERALISMO, tendrán que ceder su puesto a un NUEVO ORDEN MUNDIAL. Agregando un ingrediente más de confusión al comparar jerarquías diferentes.

Se puede diseñar y construir una nueva arquitectura financiera, en la que EE.UU puede perder su papel hegemónico en el mundo, sin abandonar el capitalismo.

Puede incluso el LIBERALISMO gozar de mejor salud aplicando una reingeniería total a los mecanismos regulatorios para frenar la especulación.

A pesar que BAGATURIA y ARDAIEV, afirmaron que el CAPITALISMO es la última formación económica–social antagónica de la historia de la humanidad y que según LENIN, precederá al comunismo; PETER DRUCKER, en “La sociedad post-capitalista”, decía “que la nueva sociedad será a la vez no socialista y post-capitalista es casi seguro. Pero, MARXISTA es lo que no será la próxima sociedad”. Razón por la cual, creer que están dadas las condiciones para regresar a la fracasada experiencia de Europa del Este, no sólo es un exceso, sino un despropósito.

Convengo con la aparición cíclica de períodos de CRECIMIENTO DINÁMICO seguido de otro de RECESIÓN. Teoría de KONDRIATEV que tiene relación con la de EDUARDO BERNSTEIN, el que en su obra “Problemas del socialismo” haría notar la asombrosa adaptabilidad del CAPITALISMO al cambio y las nuevas situaciones que debía enfrentar la economía. Lo que le originó una severa crítica de ROSA LUXEMBURGO, calificándolo de oportunista.

A pesar de esta gran crisis financiera el mundo será CAPITALISTA. Probablemente se está gestando un NUEVO ORDEN FINANCIERO. Después de la gran crisis de 1929 retrocedimos hacia regímenes autoritarios propiciados por golpes militares y nos refugiamos en el paternalismo económico. Luego avanzamos en sentido contrario, hacia una expansión incontrolada del crédito.

Esto es lo que ha originado esta crisis. La que no tiene fecha de inicio. Se dice que comienza el 11 de setiembre del 2001. Creo que comenzó antes. Cuando empezamos a idolatrar el mercado, creyendo que él, nos podía permitir “licencias”, calculando que si todo salía mal, el Estado tendría que salir en su ayuda. Tal como ha sucedido.

A todo este trajín ideológico en que hemos incurrido para explicar causas y pronosticar extinciones, apelando más a la pasión que a las razones, debemos agregar algo que suponíamos haber superado en pleno siglo XXI: falta de información confiable.

Demasiadas incognitas

¿Sabe alguien la VERDADERA magnitud de la crisis? ¿Alguien nos puede asegurar que con las nacionalizaciones, quiebras, ventas, liquidaciones y rescates, el problema ha sido superado? ¿De qué magnitud es el hoyo financiero?

La falta de respuesta confiable a estas interrogantes, plantea otras que nos atañen ¿Con qué grado de magnitud llegará este huracán a nuestras costas? ¿Está nuestra economía preparada para enfrentarlo? ¿Qué debemos hacer en el inmediato y corto plazo para disminuir sus inexorables efectos?

Valoro el esfuerzo intelectual de los connotados profesionales en economía que se han pronunciado al respecto con criterio científico. Sin embargo, al carecer de herramientas confiables, intuyo que la prognosis debe haber sido complicada.

A pesar de ello, un análisis sereno de nuestra economía, nos debe hacer sentir confiados en que nada grave nos pasará. Nuestras reservas internacionales, están por encima de los 35 mil millones de dólares. Si bien se prevé una RETRACCIÓN en EEUU en la demanda de los productos que destinamos a ese Mercado; el Gobierno ha tenido la inspiración de diversificar nuestras exportaciones. China e India seguirán demandando nuestros COMMODITES y con ello, propiciando nuestro crecimiento arriba del 7% en el 2009.

Probablemente, como muchos pronostican, la disponibilidad de CAPITALES de INVERSIÓN se verá mermada; sin embargo NO SE DETENDRÁ.

¿Qué hacer?

Es la razón de ser del capitalismo. El esfuerzo que tendremos que hacer entonces, será mejorar ostensiblemente nuestra aptitud para atraparlos, como recomienda Andrés Oppenheimmer en sus “Cuentos chinos: Esto no será posible, si no mejoramos la predictibilidad de nuestro poder judicial; si no emprendemos ya, un verdadero esfuerzo educativo que mejore notablemente nuestra COMPETIVIDAD; si no nos decidimos, Estado– empresario, a invertir en investigación y desarrollo; si finalmente, no emprendemos desde el Congreso, una verdadera REFORMA del ESTADO.

Cualquiera que sea la magnitud de la crisis, las FORTALEZAS de nuestro país para enfrentarla, no son necesariamente ECONÓMICAS en forma exclusiva. Habiéndola o no, nuestro reto no es como capeamos temporales externos, sino como acometemos el VENDAVAL INTERNO. El que cada día cobra más fuerza. Con o sin crisis, nuestro país debe dar el gran paso: pasar del crecimiento al desarrollo. Proceso que nada tiene que ver con RETROCEDER a modelos económicos ya superados. Como dijo André GIDE, el comunismo ha muerto por mano propia. Y quien muere así, muere para siempre. No pensemos siquiera, recorrer el camino inverso.

Sin apresuramientos

Lo sereno entonces, es mirar los acontecimientos en su verdadera magnitud. Característica negada por la falta de información y el sesgo ideológico que se le ha querido dar. Es muy prematuro para saber sus efectos con certeza. No nos apresuremos en denostar, lo que aún no sabemos cuánto ha fallado. De lo ÚNICO que podemos estar seguros hoy, es que un manejo irresponsable y permisivo de las finanzas, trae consecuencias funestas. Que esta CRISIS nos sirva para revisar los mecanismos que tiene nuestra economía, para evitarlos.

Creo que lo andado estos últimos seis años en materia económica, nos han dado la fortaleza para enfrentar esta crisis. Pero creo también que para evitar sobresaltos, nada es mejor que acrecentarla. Miremos las cosas con razón. Dejemos de lado las ideologías y las pasiones. Solo así, nos situaremos en el “JUSTO MEDIO”.

domingo, 10 de agosto de 2008

¿60% de conspiradores?

John Williamson, en 1989, redactó un documento de trabajo para el Peterson Institute for International Economics, conocido después como el Consenso de Washington. El texto incluye un listado de diez políticas económicas que los países de América Latina debían observar para salir de la pobreza. Consideradas como las bases del neoliberalismo y criticadas por autores como Noam Chomsky y Naomi Klein, ninguna de ellas apunta a repartir equitativamente las rentas ni menciona a los programas sociales como los amortiguadores del proceso. Obviamente, sin estos ingredientes dicha receta lo único que puede conseguir es que los trabajadores en el mundo subdesarrollado permanezcan pobres, mientras que los dueños de las grandes empresas cada vez obtienen mayor bienestar y riqueza, como afirmó en su momento Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en el año 2001.

Como suele suceder en la política, un manto de confusión está pretendiendo cubrir los acontecimientos del 9 de julio. En forma deliberada, el Gobierno y la CGTP están contribuyendo a que esto suceda, porque ninguno tiene la convicción de haber ganado esta “batalla”.
Apelando a alambicados argumentos, el presidente García ha calificado de conspiradores a los organizadores del Paro Nacional y a la marea de ciudadanos que se adhirieron a su convocatoria en todo el país (incluidos los que lo hicieron en forma violenta, destrozando la propiedad pública y privada).


Pero la élite que obtiene estos beneficios tiende a acceder –o por lo menos a influenciar– a la toma de decisiones del poder, a fin de mantener o incrementar sus privilegios. Y esto es precisamente lo que parece estar sucediendo en el país. Hay una férrea disciplina fiscal, una mejor condición para atraer inversiones, cifras macroeconómicas aceptables –excepto un peligroso repunte inflacionario– y dinero sin ejecutar, que pertenece a los presupuestos de los tres niveles del Gobierno, depositado en los bancos. ¿Y los pobres? ¿Dónde se ubican en esta maraña de cifras? ¿No es que el Estado fue creado para alcanzar el bienestar general?
El Consenso de Washington contiene “recetas” que el ministro de Economía viene cumpliendo y que tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional vienen monitoreando. Sin embargo, hasta hoy no se ha producido ninguna expansión económica significativa que beneficie a los que siguen siendo “pobres generacionales”.
Estamos creciendo sostenidamente a tasas superiores a las registradas en Latinoamérica. Lamentablemente, este logro no será útil en el mediano y largo plazo si no se convierte en desarrollo. Para que esto suceda, reiteramos la necesidad de que el Congreso se aboque a la tarea más importante: la reforma del Estado y la subsecuente reforma constitucional. De lo contrario, esta será otra oportunidad perdida.
Este es el panorama que el Gobierno soslaya y, al hacerlo, inventa “reclamos buenos” (si sus mentores negocian con el Premier) y “reclamos malos” (si optan por otras vías). A estos últimos se les ha atribuido la calidad de conspiradores.
Esos que “conspiran” son hijos de la inflación. Aquellos que destinan el 47,5% de sus ingresos para alimentos, cifra enormemente alta comparada con la de los demás países de la región. Son los que para sobrevivir deben recibir alimentos del Estado que asegura, sin entender qué es la pobreza, que mediante este procedimiento paternalista la está combatiendo.
Son los que escuchan a diario que los recursos presupuestales de los tres niveles del Gobierno no han podido ser invertidos (no gastados) por incapacidad y una clamorosa falta de planificación nacional, pues carecemos de un Plan Nacional de Desarrollo.
Después del megadesastre económico de la década del 80, se han creado varios “candados” legales para evitar el irresponsable manejo de la economía. Y los organismos internacionales tienen hoy ojos zahoríes para detectar cualquier farra populista. Gran parte del manejo prudente de nuestra macroeconomía radica en estas políticas. Sin embargo, no debemos ser mezquinos y reconocer que el presidente García aprendió la lección.
Por otro lado, la CGTP merece también ser auscultada. El haber copado el espacio político intermediador –abandonado inexplicablemente por los partidos políticos– la indujo a enhebrar una plataforma variada y dispersa como fundamento de su lucha. Hubo desde protestas étnicas hasta políticas de subsidios, alineando a todas ellas contra el actual modelo económico y exigiendo su cambio.
Según la Constitución, el país orienta su desarrollo mediante la economía social de mercado, probablemente de competencia imperfecta. Es este modelo, con particulares aplicaciones según la propia realidad, el que han seguido países exitosos. Incluso los gobernantes que han salido de las canteras del socialismo vienen implementándolo sin ningún rubor, porque se ha convertido en una megatendencia. Exigir su cambio sin proponer otra alternativa es un salto irresponsable al vacío. Además, la única posibilidad que queda es el modelo económico socialista, que no ha hecho a ningún país rico y que ya ha sido abandonado por los países de Europa del Este que se han integrado a la Unión Europea.
Es probable que la intención de los que reclaman refleje la necesidad de que el Gobierno realice un ajuste en el modelo. Eso sí sería lo sensato. Pero aún así, no es serio renegar de él sin proponer serena y responsablemente las modificaciones necesarias.
No estamos ante conspiradores, sino ante un 60% de ciudadanos que reclaman desesperadamente ese golpe de timón, como lo reconoció el presidente García. La inflación, ese fantasma pernicioso, puede obligarnos a disminuir el ritmo del gasto público para no acrecentar la brecha entre crecimiento y demanda e inducirnos a reducir el crédito y disminuir las importaciones. Pero a lo que no nos debe obligar es a paralizar la gran tarea de este siglo: hacer un nuevo Estado. Repito, que esta no sea una oportunidad perdida.
Después del 9 no viene el 10, tampoco el 4 de noviembre. Lo que debe venir es un diálogo que busque consensos, semejante al que, como lección paradigmática, consiguió Irlanda con su pacto social antes de decidir ingresar a la Unión Europea. No vivimos la grave crisis económica que dio origen al Pacto de la Moncloa en la era postfranquista, ni la inestabilidad política y social de Venezuela que inspiró el Pacto de Punto Fijo tras la caída de Pérez Jiménez en 1958. No, no estamos en esas situaciones. Estamos en una época de vacas gordas y la gobernabilidad no está amenazada. El voluntarismo presidencial requiere un mejor cauce. Y este no discurre desprestigiando al 60% de peruanos que no ve en sus bolsillos el fruto del crecimiento.

miércoles, 9 de julio de 2008

No hay partidos de oposición, pero tampoco de gobierno

Hace mal el presidente García en mirar la paja en ojo ajeno. Efectivamente, no hay partidos políticos de oposición. Pero tampoco hay partido de gobierno. Todas estas organizaciones, que son parte fundamental de cualquier Estado, han decidido mantenerse en el ostracismo político.
Ninguna cumple su papel estasiológico de ser mediadoras entre la sociedad y el Estado, cediendo insensatamente el espacio político que les asigna la democracia.
Ante esta grave crisis de los partidos políticos, organizaciones sindicales, como la CGTP, están pretendiendo ocupar ese lugar. Sin embargo, sus líderes actuales han trastocado la naturaleza sindical con la que fuera concebida por José Carlos Mariátegui el 17 de Mayo de 1929.

miércoles, 11 de junio de 2008

Sin Reforma del Estado no puede haber Desarrollo

A pesar de los esfuerzos infructuosos de HOBBES, LOCKE, ROUSSEAU y SPENCER por desentrañar los enigmas sobre el origen del Estado, lo único objetivo es que este existe y que, como todo fenómeno social, fue creado por el hombre con una FINALIDAD. Desde el punto de vista TELEOLÓGICO el Estado fue creado para alcanzar el Bien Común a través del Bienestar General, entendiéndose como tal la situación en la que las necesidades espirituales y materiales de los ciudadanos se satisfacen en forma adecuada y oportuna. Dicho esfuerzo se traduce en la eliminación de la POBREZA, que es su antítesis.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Globalización y Cumbres: ¿Estamos preparados?

Hace cien años, las CUMBRES ECONOMICAS aún eran impensables, tanto porque los mercados no tenían apremios, como porque los capitales no habían aprendido a volar. La aplicación de mayor tecnología en el proceso productivo generó una mayor PRODUCTIVIDAD. Así, afanosamente, los excedentes de bienes y servicios fueron en búsqueda de mercados.

miércoles, 16 de abril de 2008

Para Desarrollar Desmitifiquemos la Pobreza

La propiedad fue el germen de la desigualdad. La naturaleza acumuladora del hombre se sirvió de ella para convertirla en riqueza. Desde siempre unos tuvieron más que otros. Pero ahora, hay muchos que no tienen nada. Son los POBRES, que por millones, constituyen la parte sensible y vulnerable de la sociedad.
Por diversas razones, luchar contra la pobreza se ha convertido en el esfuerzo principal de todos los países. Unos casi la han vencido mientras que otros –como el nuestro– han avanzado muy poco en este sentido, pese a la buena voluntad de los gobernantes.
Sobre esta lucha, que es objetivo de Estado, se han urdido mitos que solo han contribuido a distorsionar el origen del problema y hacer menos efectivas las batallas.