martes, 5 de agosto de 2014

Corrupción: Responsabilidad Compartida Delinquen el Que Da y el Que Recibe

La corrupción es un grave problema que el Gobierno solo está dispuesto a administrar, no a combatir. Y esto es sumamente grave, pues este cáncer genera un escepticismo sobre el valor de la democracia, la pertinencia del modelo económico y la credibilidad en la justicia, pilares sobre los que descansa el Estado.

 

Son estas las razones por las cuales son un freno al desarrollo, como dice Andrés Oppenheimer ("Ojos Vendados"), en tal sentido, debe merecer del presidente Humala y de todos los gobernantes, una especial atención. Sabemos que este mal fue una herencia republicana y que ha sido nuestra perniciosa compañera de viaje a través de la historia, pero no por ello, debemos resignarnos a que lo siga siendo.

 

"Gobernabilidad y Desarrollo"

Resulta irónico que los izquierdistas le atribuyan este mal al liberalismo o al mercado,  pues no se trata de ideologías. Ella encuentra los ambientes más propicios en las dictaduras, en los regímenes donde los controles son ineficaces, la impunidad es más frecuente y los castigos escasos, como dice el Banco Mundial  ("Gobernabilidad y Desarrollo").

 

Uno de los esfuerzos internacionales fallidos por enfrentar este problema, se realizó en febrero de 1999 en el auditorio Loy Henderson del Departamento de Estado en Washington DC, promovido por el entonces vicepresidente Al Gore, al mismo que se denominó "Foro Global"; 89 países asistentes solo llegaron a ratificar lo que todos sabemos: que en esta lucha, como la que hemos emprendido contra el narcotráfico, deben estar comprometidos todos los Estados.

 

Sin embargo, fueron dos las intervenciones que merecen ser rescatadas, las que usaremos para darle un nuevo enfoque a la comprensión y solución al problema: las de los vicepresidentes de Argentina Carlos Ruckauf y de Bolivia Jorge Quiroga Ramírez, quienes le reclamaron a Transparency International que así como hacen un ranking de países corruptos, hicieran también uno de empresas multinacionales corruptas. Así como hay funcionarios corruptos, también los hay en el sector privado. Tan delincuente es el que recibe sobornos, como el que los da. Lastimosamente sobre estos últimos casi nadie dice nada. La prueba fehaciente es el caso de Áncash y los demás gobiernos regionales. Solo están presos los funcionarios que se enriquecieron con las licitaciones. ¿Y los que dieron las coimas?

 

Maquiavelo y Voltaire

Razón tuvieron Maquiavelo y Voltaire cuando dijeron que el poder cuando no tiene control, deviene en corrupción. Ese es el meollo del asunto. Pero el que detenta el poder y quiere servirse de él, no podría hacerlo si no tuviera un cómplice: el que está dispuesto a entregar sobornos a cambio de favores. Por lo tanto resultará siempre poco efectivo actuar con énfasis en solo uno de los factores de la ecuación.

 

Los cómplices son algunas empresas nacionales y determinadas corporaciones multinacionales. Ellos han resultado intocables en el país. Y, a pesar, de haber sido comprendidas en diversas investigaciones siempre han salido exentas de responsabilidades, y aún más, continúan ejecutando más obras licitadas por el Estado. "¿De qué sirven imponer castigos más severos a quienes reciben sobornos si los países sedes de las grandes multinacionales no toman medidas para frenar a quienes las ofrecen?", se pregunta Oppenheimer.

 

Pero resulta que esos sobornos pasan o se depositan en bancos nacionales o extranjeros, constituyéndose en piezas claves de este ajedrez. Por diversas razones y argucias financieras, estas determinadas entidades están dispuestas a lavar dinero sucio. Hace poco se pudo descubrir desde Uruguay, transferencias del mega corrupto Montesinos hacia una casa de cambios de ese país. Nada se ha dicho después de difundida la noticia.

 

Decíamos que al igual que el narcotráfico, la corrupción (que es una de sus consecuencias) debe comprometer el esfuerzo de todos los Estados y de todas las  entidades bancarias. Todo lo demás es pura fantasía, tanto que a pesar de promesas demagógicas, al parecer no hemos avanzado nada en esta lucha.

 

Cruda realidad

El escándalo de la región Áncash y los de Tumbes, Ucayali, Loreto, Ayacucho y sabe Dios cuantas más, nos han mostrado esta cruda realidad. El país puso en manos de estas autoridades miles de millones de soles, tanto presupuestales como por concepto de canon, gran parte de los cuales han ido a parar a los bolsillos de diversos malos funcionarios.

Desde el año 2,000, cuando "retornó la democracia" (según los politicastros), elegimos representantes al Congreso con la convicción que este poder del Estado, cumpliría las dos tareas que le asigna la Constitución: legislar y fiscalizar. Confiamos en que la separación de poderes sería una sana realidad democrática. Fatalmente no fue así. La legislación fue pobre e intrascendente y la fiscalización improductiva. En vez de limitar el uso del poder, se constituyó en apéndice del Poder Ejecutivo (el que maneja los recursos del Estado en sus tres niveles) y abdicó de su tarea de controlarlo. Con el pretexto fútil de la gobernabilidad, se urdieron amañadas mayorías, con el único propósito de hacer intocable al Gobierno de turno.

Después de cada uno de ellos, se conformaron comisiones investigadoras para hurgar (más por revancha, que por razón) al gobierno anterior. Y, a pesar, de los evidentes casos de corrupción que solo la prensa se ocupó en descubrir, ellas no llegaron a nada. La impunidad es institucional en el país. Es por ello que ocupamos un puesto deshonroso en el índice de corrupción internacional que formula Transperency International.

 

El mejor y más eficaz antídoto contra la impunidad es el Sistema de Administración de Justicia (Jueces y Fiscales), pero resulta que este sistema (según la CERIAJUS) está atrapado en la corrupción a la que se supone que tiene que castigar. Tiene solo el 12% de aprobación y es apreciada como el más ineficaz de América Latina.

 

Pobre país

Ha llegado el momento de golpearnos la cabeza y salir de nuestro letargo. No nos engañemos. Somos un país del Tercer Mundo porque tenemos instituciones del Tercer Mundo. Esto nos lo dijo en nuestra cara Francis Fukuyama. Si los corruptos se roban ocho mil millones de soles al año (como lo dijo el Contralor), ¿Qué lucha contra la pobreza tiene credibilidad, si esos soles se los sacan de los bolsillos de los que menos tienen? ¿Cuántas escuelas, colegios, postas, hospitales, mini represas, carreteras, agua y luz se habrían hecho con los ochenta mil millones que se robaron los últimos diez años?

 

No permanezcamos indiferentes. Robar es un delito, y robar en un país pobre como el nuestro es un magnicidio. ¿Para esto es que estamos alentando el crecimiento económico? ¿Para que haya más recursos que robar? Es una burla, es un sarcasmo, es un insulto decir "en mi Gobierno, la honestidad hará la diferencia", cuando esta demagogia se contrasta con la realidad.

 

El mejor antídoto

No hay que inventar nada. El mejor antídoto (aunque no el único) contra la corrupción es la transparencia. Tan sencillo como esto. Dice el Banco Mundial, que cuando ningún Sol escape al escrutinio público, se habrá dado el primer gran paso.

Según el Decreto Supremo N°063-2010-PCM que aprueba la implementación del Portal de Transparencia Estándar en las Entidades de la Administración Pública, en cada portal web de un estamento estatal debe figurar una ventana denominada: "Transparencia" donde cumplan con publicar la información respectiva: Información de Personal. Cuadro de Asignación de Personal (C.A.P)

 

Cuando se comprendan en los procesos por corrupción a las determinadas empresas nacionales y corporaciones transnacionales que fueron las que dieron los sobornos, sabremos que estamos comprometidos todos en esta guerra contra la descomposición. Cuando se adopten drásticas medidas contra aquellos Bancos que movieron más de diez millones de dólares sospechosos el 2013, como se dijo en el Plenario de EGMONT, recién comprenderemos que se están empezando a coser los bolsillos de los ladrones. Cuando se castiguen con severidad a los jueces y fiscales corruptos, así como a miembros de la Policía que manan pus, habrá un atisbo de esperanza.

 

Decir que se está luchando contra lo que se es cómplice por acción u omisión, es una burla al país y un desprestigio del sistema. La descentralización no ha fracasado.

Los que han fracasado son los controles. Esa es mi opinión.