sábado, 13 de junio de 2009

Hacia una verdadera Reforma del Estado

Definir el Estado

Ya son casi 188 años durante los cuales, el Estado peruano ha crecido y evolucionado, como la sociedad, es decir, en forma lamentablemente desorganizada. Debido a una real ausencia de visión de futuro, la clase política ha generado este defecto.

Recién, luego de este tiempo, considera que es necesario reformarlo profundamente. Pero resulta que este proceso inverso, carece del mismo defecto: se está iniciando de manera desordenada y, en función, de la inspiración de una sola persona: el gobernante de turno.

En este esfuerzo, en el que necesariamente deben participar todas las fuerzas políticas, las organizaciones de la sociedad civil y la sociedad en su conjunto, estas están ausentes, no obstante que su futuro es el que está en juego.

Ante esta situación, los sectores de intereses, cuando se vean tocados, reaccionarán por mantener el stablishment, porque en él han aprendido a sobrevivir y sacar ventaja. Es por eso que, antes de emprender esta vital tarea para el país, se hacen necesarias algunas acciones previas a la reforma.

Acciones previas

Antes de emprender el proceso de reforma del Estado, han debido plantearse necesariamente las siguientes preguntas:

¿Por qué debe reformarse el Estado?,

¿Cómo se piensa iniciar y conducir el proceso? y

¿Qué tipo de Estado es el que se quiere alcanzar?

Pero ninguna de estas interrogantes y sus respectivas respuestas, han sido dadas a conocer a la población, la que finalmente es la única y exclusiva dueña del poder y la víctima o beneficiaria de la reforma. ¿Es a sus espaldas que debemos emprender este necesario y vital esfuerzo?

Algunas respuestas

El Estado debe reformarse, porque a través del tiempo ha devenido en:

Excluyente: Su poca visión de la realidad y el haberse organizado a espaldas del pueblo, ha originado que exista una economía formal y una informal, la que genera el 70% de transacciones económicas que se realizan en el país. Del 100% de agentes económicos, el 98% son pequeñas y microempresas y, de ellas, sólo el 16% son formales en estrictu senso. Más del 60% de agricultores de la Sierra y Selva, no tienen título de propiedad, y en el interior del país, el 42% de propietarios de viviendas, las construyeron ilegalmente, y el 38% sobre terrenos invadidos al Estado, es decir, sobre propiedades que nos pertenecieron a todos los peruanos.

Centralista; La capital ejerció, por desidia de todos los gobernantes, una fuerza centrípeta. Se hizo crecer dañinamente, el Estado en la capital. Tardamos ciento ochenta años en ser macrocefálicos; y hoy nos desesperamos por recorrer el camino inverso en el menor tiempo posible, y con el clientelismo político, como as bajo la manga.

Ausente; Existen territorios donde habitan naciones (como los ashaninkas, aymaras, boras, machiguengas, etc.) donde el Estado no existe.

Ellos aplican hasta hoy, sus propias leyes, incluidas las penas de muerte. Pero hay algo más trágico; vastos territorios de la sierra, solo conocen al Estado porque este los obliga a votar, es decir “robarle” parte de su poder, pero a cambio solo reciben indiferencia.

Ineficiente; los servicios básicos, como educación, salud y programas sociales, son pésimos. La corrupción y lenidad campean en el servicio que nos hace ciudadanos: la administración de justicia.

Mal administrador; nuestro país es rico en recursos naturales. Hemos dejado explotar el 37% de ellas, sin que la población (a la que le pertenecen estos recursos) haya visto variar su situación.

El Estado cada año fabrica más pobres. El Presupuesto General de la República, desde hace muchísimos años es mal concebido y pésimamente mal administrado. El rubro de infraestructura es deficitario, y el pago de la deuda externa, bordea el 25% del total. Generalmente cubrimos los déficit con préstamos cuyo destino, solo sirve para cubrir gastos corrientes (en su mayoría) y muy poco en inversiones que generan desarrollo.

Inicio y conducción

Muchos de nuestros males, están contenidos en la Constitución. Algunos juristas dicen que ya hemos tenido muchas Constituciones, como para aventurarnos en otra. Lo que no dicen es que muchas de ellas fueron para “blanquear” dictaduras, y otras han sido “fruto y resultado de singulares crisis políticas que cambiaban los rumbos de la nación, al vaivén de los intermitentes caudillos que hemos tenido”, como afirma Jorge Basadre. No tengamos temor; o hacemos otra Constitución, o sometemos a la actual a una reforma profunda, sin desnaturalizarla; porque hasta ese fin, no está facultado el poder constituido. Este proceso tiene que ser simultáneo con la reforma del Estado.

De acuerdo a la Constitución, la estructura del Estado tiene tres poderes (Título IV: de la estructura del Estado): Poder Legislativo (Capítulo I), Poder Ejecutivo (Capítulo IV) y Poder Judicial (Capítulo VIII)

Poder Ejecutivo

La reforma del Ejecutivo, se está iniciando porque sus organismos, son onerosos y originan duplicidad de esfuerzos, así como porque no están debidamente distribuidos en el país. Esto es cierto, sin embargo habría que agregar dos factores: Ineficiencia y Costo respecto al PBI (algunos creen que el 20% sería lo recomendable, por ahora). Sin embargo, no se ha emprendido con seriedad, la reforma del Poder Judicial, y ni siquiera se ha mencionado la reforma del Poder Legislativo.

Siendo que los partidos políticos son los interlocutores entre el ciudadano y el Estado, y por su pobre o nula capacidad de asumir ese rol, han entrado en una profunda crisis; es urgente, hacer reajustes importantes en la Ley de Partidos Políticos, particularmente en su nacimiento, organización, funcionamiento y democracia interna.

Poder Legislativo

El Poder Legislativo necesita que se le introduzcan las siguientes reformas:

- Renovación de un tercio de los parlamentarios a la mitad de su mandato.

- Proscribir la inmunidad parlamentaria.

- Admitir solo una reelección sucesiva o alternada.

- Suspensión en sus funciones, a los parlamentarios que enfrenten procesos.

Poder Judicial

El Poder Judicial necesita que se le introduzcan las siguientes reformas:

- Participación popular en el nombramiento y revocatoria de los magistrados, conforme al art. 139°, inc. 17 de la actual Constitución.

- Contrapeso parlamentario a la facultad omnímoda del Consejo Nacional de la Magistratura en la designación de jueces y fiscales, así como su destitución; entre otras reformas.

Horizonte temporal

En razón que esta reforma está contemplada como objetivo en el Acuerdo Nacional, y este tiene una visión de veinte años; debe estimarse ese lapso, como el tiempo necesario para alcanzar el Estado deseado.

Sin embargo se hace impostergable elaborar un plan estratégico para dicha reforma, y un organismo extra-Estado que lo monitoree. De tal forma que sea un esfuerzo continuo de los tres gobiernos que vienen y no se detenga o distorsione. El cortoplacismo y la impaciencia nos han devorado a través de la historia. Que no nos vuelva ha suceder.

El Acuerdo Nacional, en todo caso, es un buen foro congregante, que puede asumir ese reto. Para ello, no sirven mezquindades, ni afanes protagónicos.

El tipo de Estado que queremos, debemos diseñarlo todos, porque todos vamos a vivir en él. Que el Acuerdo Nacional lo discuta; ó que un inspirado estadista diseñe los objetivos nacionales que el país necesita hace más de cien años, y los inserte en un proyecto nacional, el que debe ser difundido y discutido. Esto es lo serio. esto es lo responsable.

Reflexiones Finales

Es loable el esfuerzo que viene haciendo el Gobierno, por iniciar y conducir una profunda reforma del Estado. Sin embargo, ella debe ser adecuadamente difundida a la población, porque este esfuerzo debe ser con su consentimiento, conocimiento y aprobación, porque finalmente, ella será la beneficiará o victima de este emprendimiento.

Es pertinente y necesario, plantearse y responder las tres preguntas básicas arriba mencionadas. Prescindir de ellas, generará desorden, dispendio de recursos y tiempo. No estamos en condiciones de desperdiciarlos.

El Acuerdo Nacional, es un excelente foro en las actuales circunstancias, para congregar voluntades y organizaciones de toda índole, bien podría monitorear la reforma.

Hasta hoy los partidos políticos se han puesto de costado. Ellos, imprescindiblemente, deben participar de este proceso, ya que él es un esfuerzo del Estado peruano y no de un Gobierno en particular.

El horizonte temporal, debería ser veinte (20) años, lo que dura el Acuerdo Nacional.

La reforma será superficial y de efectos inmediatistas si no se emprende el esfuerzo paralelo de reformar nuestra Constitución o elaborar otra.

La estructura del Estado comprende tres poderes, los tres poderes deben ser reformados en forma simultánea pero coordinada, porque el Estado tiene una organización sistémica.

Se hace imprescindible, antes de iniciar la reforma, diseñar el Estado ideal que debemos alcanzar.

En este esfuerzo reformista, debemos poner especial cuidado en la reforma laboral, ya que ella tiene una marcada incidencia global en la actual coyuntura de Crisis Financiera, así como el aliento a la generación de empleo en el frente interno.