
La Comisión de la Verdad y Reconciliación, nunca le dijo al país, quienes eran los que tenían que reconciliarse. Se cuidaron los miembros de esa comisión en definir los protagonistas de este acto, porque el país, lo que menos quería es que fueran los criminales terroristas, los que merecieran nuestro perdón. Pues bien, dichos miembros le han dicho al país, que la reconciliación era con los terroristas. Y que la liberación de estos genocidas “que ya pagaron su deuda con la sociedad”, debe servir para (¡Increíble!) consolidar la Democracia.
Retorcido raciocinio
Esta extraña liberación, no solo ha servido para poner en evidencia el retorcido raciocinio de estos marxistas embozados que creíamos ya desaparecidos sino, que, además ha sido útil para que se haga manifiesta la absoluta desconfianza que tiene la población respecto al Estado. Ese Estado, que según el artículo 44º de la Constitución, tiene el deber de “proteger a la población de las amenazas contra su seguridad”.