lunes, 20 de enero de 2014

¿Y si nos Unimos ante La Haya?

El infausto episodio de la guerra que Chile e Inglaterra  nos plantearon en 1879 por el guano y el salitre, encontró al país no solo en la bancarrota fiscal por la corrupción total de la clase política, sino en un enfrentamiento político estéril, en el que los intereses particulares, estuvieron por encima del interés nacional, como lo escribe Fernando Silva Santisteban: "la guerra con Chile es la experiencia más dolorosa que ha sufrido el Perú en su vida republicana. En ella se pusieron de manifiesto nuestros más grandes defectos y contradicciones nacionales. La increíble ceguera de los gobernantes, que envueltos en sus preocupaciones egoístas por mantenerse en el poder, no pudieron o no quisieron comprender la situación real del país".

 

La terminación de la primera campaña terrestre a fines de noviembre de 1879, nos produjo la pérdida del departamento de Tarapacá, nuestra principal fuente de riqueza. Y junto con esta debacle, el debilitamiento total de nuestras fuerzas.

Gesto reprobable

El 28 de Noviembre  de ese año, el presidente Prado llegó a Lima, y en gesto reprobable, decidió dirigir personalmente en Europa la adquisición de material bélico,  dejando el país a merced de las ambiciones golpistas de Piérola, quien en la madrugada  del 22 de Diciembre se apoderó de la plaza del Callao, a la que luego se adhirió Lima al día siguiente, haciéndose investir como "Jefe Supremo de la Republica"  Increíblemente, todos estos sucesos políticos, se estaban produciendo en la capital de un país que estaba en guerra, y esta la tenía casi perdida.

Piérola, en un acto de vanidad y ensoberbecido por el poder, decidió enfrentarse  no solo a los chilenos, sino también a Prado, a La Puerta, a La Cotera, a los civilistas y a todos los que condenaban las luchas internas, en momentos en que ardía la guerra exterior, como describe descarnadamente Jorge Basadre ("Historia de la República del Perú", tomo V, pág. 2403).

"Aquel que olvida su historia, está condenado a repetirla", dice una vieja sentencia. Nosotros, por no haber aprendido las lecciones que ella nos ha dado, hemos repetido circunstancias infaustas. Creemos que ha llegado el momento, en el que con madurez y tino, superemos esta nefasta actitud.

Los peruanos no dudamos

Inexorablemente, el 27 de Enero del 2014, se conocerá el fallo de la Corte Internacional de Justicia  de La Haya, por la demanda que ante este organismo de la ONU hemos presentado,  reclamando que Chile nos devuelva una gran extensión marítima que ilegal y antihistóricamente posee.

Los peruanos no dudamos de la justeza de nuestra posición. Y confiamos en que dicho fallo nos sea favorable. Lo que no es seguro, es que Chile acepte cumplir en su totalidad el fallo emitido por esa Corte. A pesar de declaraciones poco precisas de que si lo hará, discursos militares altisonantes  las han puesto en duda. Más, si Colombia se ha negado a hacer  lo mismo en su diferendo con Nicaragua, sin que ningún Organismo Internacional (incluido la ONU) se haya pronunciado con la energía que debiera.

Y que se sepa, este país no ha sido declarado "paria internacional" como lo sostienen nuestros diplomáticos que le sucede, a quien no acate las sentencias de La Haya. Su economía sigue en franco crecimiento, sus exportaciones no han sufrido menoscabo y el apoyo de los EEUU,  se mantiene incólume. ¿Hasta cuándo?

¿Quiénes son los nuestros?

Decía Talleyrand, destacado sacerdote, político y diplomático francés, que las guerras necesitan aliados, tanto como el cumplimiento de los tratados que les ponen fin. Lo de La Haya no es una guerra (expresión violenta del conflicto) pero sí la compulsa de dos voluntades que se disputan un espacio de interés. Una dialéctica que requiere el apoyo de amigos poderosos. Colombia lo tiene en los EEUU. ¿Quiénes son los nuestros?

Pero además, un diferendo de trascendental importancia, como el que hemos planteado, requiere que el país se encuentre cohesionado. En el que todos los peruanos hayamos depuesto nuestros intereses personales y estén primando los sagrados intereses de la Nación.

Lastimosamente, nos encontramos en una situación parecida, a la que antecedió la infausta guerra de 1879. Todas las fuerzas políticas se encuentran enfrentadas entre sí. El afán de perpetuarse en el poder, ha inspirado el enfrentamiento del gobierno con todos sus supuestos "enemigos", y para hacerlo con eficacia, se especula que habría acudido a los consejos del mas siniestro personaje: Montesinos, el mismo que apoyó, conspiró y alentó las ansias de poder de otro gobernante: Alberto Fujimori, quien incluso modificó la Constitución cediendo a sus afanes reeleccionistas.

Sumiendo al país en una  grave crisis de credibilidad, han sucumbido las instituciones que la sostienen (los tres poderes del Estado) en su más baja y preocupante aceptación. A lo que debemos añadir, el enfrentamiento fratricida entre ellos. Debilitándolo todo.

Irresponsable desatención 

Mientras tanto, como en la guerra de 1879, el frente externo no nos merece la más mínima atención. Desoyendo los consejos  del Gran Mariscal Castilla, nuestras Fuerzas Armadas se encuentran en inferiores condiciones que las de los vecinos. Una irresponsable desatención  a las demandas de su equipamiento, nos han colocado en una situación  inefectiva respecto a la disuasión. Los gobiernos que se sucedieron desde el 2000, las "castigaron" por su apoyo a Fujimori, desoyendo sus demandas para poder cumplir su rol constitucional.  

Así nos encontrará el fallo de La Haya. Casi en las mismas condiciones de 1879. Es por eso que, superando la confusión, el caos y el encono deseo hacer un llamado a la serenidad y la reflexión, el mismo que en ningún caso quiere decir que dejemos de investigar lo que haya que investigar y sancionar a quien deba ser sancionado.

Lo que sugiero es hacer un alto en nuestros enconos. Que la firmeza con que empuñemos el bisturí para extirpar la corrupción, sea para superar el mal, no para  ensañarse con la víctima. Luchas de este tipo en otras naciones, no han provocado fisuras, como está sucediendo en el nuestro. 

Invocación

Para que esto se materialice, invoco al ciudadano presidente Ollanta Humala, a distanciarse totalmente de los afanes reeleccionistas de él y su entorno. Estoy seguro que esta sabia decisión, lo hará encontrar los caminos para un fructífero dialogo nacional.

Le hará comprender que la oposición política es necesaria e imprescindible en una democracia y no son el "enemigo" al que hay debilitar o anular, pensando en la próxima contienda electoral, a la que no tiene ningún derecho en participar.

En suma, necesitamos un Estadista, el mismo que como decía Winston Churchill piense en el futuro del país y no en las próximas elecciones.

El fallo de La Haya no debe sorprendernos en estas condiciones. Que las lecciones del pasado, sirvan para no repetir los errores. Ese es nuestro sincero deseo. No olvidemos nuestro lema: "Firme y Feliz, por la Unión"