viernes, 22 de enero de 2010

La Reforma del Estado es Imperativa


La Reforma del Estado sigue siendo una tarea pendiente. Una tarea necesaria y urgente, pues se busca un Estado moderno, promotor y eficiente que cumpla a cabalidad con su función de proveer a los ciudadanos las oportunidades para su realización, y ser el verdadero garante de la paz social, así como también para dar el salto y pasar del Crecimiento al Desarrollo.

En nuestra opinión, la forma (o el cómo) debe acometerse esta tarea, debe responder a las siguientes preguntas: ¿Quiénes van a intervenir en el proceso y cuáles serán los roles que cumpla cada uno? ¿Qué tiempo va a durar el proceso? Y dado que esto va a trascender al actual Gobierno, ¿quién va a controlar que se cumplan las metas y se alcancen los objetivos del proceso?

Presentamos algunos lineamientos para dar respuesta a estas tres cruciales interrogantes.

Protagonistas y roles

El Congreso: La actual estructura del Estado fue creada mediante dispositivos legales de diversa jerarquía. Algunos organismos como la Contraloría General de la República, Banco Central de Reserva, Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Consejo de Ministros, Poder Judicial, Consejo Nacional de la Magistratura, Ministerio Público, Defensoría del Pueblo, Fuerzas Armadas, Jurado Nacional de Elecciones, ONPE, RENIEC, regiones, municipalidades, etc., son creación constitucional, por lo tanto, cualquier reforma respecto a su composición, funciones y responsabilidades, pasa necesariamente por una reforma de la Constitución, tarea que solo el Congreso, como Poder Constituido, puede cumplir.

Otros organismos fueron creados mediante leyes que dio el Congreso, por iniciativa propia o por la de algunos de los otros poderes (Ejecutivo y Judicial). En consecuencia, el Congreso fue el que más intervino en la creación de la actual estructura del Estado, por lo tanto, su presencia es imprescindible en el proceso de Reforma, ya que es este Poder del Estado el único que puede modificar, suprimir o actualizar los dispositivos legales que, a lo largo de los 185 años, le dieron vida y forma al Estado.

Partidos políticos: Son los interlocutores entre el ciudadano y el Estado, y este proceso de Reforma requiere, necesariamente, que la población esté enterada de lo que se quiere hacer y alcanzar; que participe, a través de los partidos, con las sugerencias que estime conveniente. Es vital entonces que la población se identifique con el proceso y lo apoye permanentemente mientras dure.

Cabe anotar que, además, los partidos tienen cuadros técnicos que pueden hacer valiosos aportes. Por todas las razones expuestas los partidos, sin ninguna distinción, deben participar en el proceso.

Sociedad Civil: Son todas aquellas que no pertenecen a la estructura del Estado, y por tener diversas finalidades, organización y composición, también representan a ciertos segmentos de la población, por lo tanto deben ser invitadas a dar sus aportes al proceso.

Poderes del Estado: Si bien estos Poderes son el sujeto de la Reforma, su opinión es valiosa en este proceso desde su concepción. En todos los países donde se ha hecho este esfuerzo, se ha contado con el concurso de los organismos reformados.

Tiempo. Este es un esfuerzo serio y, como dicen muchos analistas, debe ser observado con visión de estadista, es decir, en el largo plazo. Como tal, decimos que debe durar el mismo horizonte temporal que el acuerdo nacional: veinte años.

¿Quién lo va a controlar?

A pesar de algunas deficiencias metodológicas y poca precisión de algunas de sus metas, el Acuerdo Nacional debe ser el Foro que cumpla un importante rol en este sentido. Sus tareas deben ser:

Convocar a todos los actores del proceso de reforma del Estado, recibir las sugerencias, aportes y criticas al proceso, diseñar un plan de reforma del Estado con estos insumos. Del mismo modo, controlar o monitorear la conducción y ejecución del proceso por los diferentes gobiernos que se sucederán en los próximos veinte años.

-Debe, asimismo, colaborar técnicamente en los procesos de reforma administrativa, que emprendan los poderes del Estado, como lo está haciendo actualmente el Poder Ejecutivo. Este será un factor decisivo para darle seriedad al proceso, continuidad y evitar la improvisación.

Cabe descartar algunos conceptos distorsionados que se vienen difundiendo. Voceros del gobierno, analistas, políticos y hasta congresistas, vienen sosteniendo que la reducción y descentralización de algunos organismos del Ejecutivo constituyen una Reforma del Estado. Lo que ha emprendido el Ejecutivo es una reforma administrativa de ese poder, lo que sólo es una parte de la futura Reforma del Estado.

Esfuerzo de largo plazo

Algunos políticos y analistas han manifestado que la reforma del Estado será ejecutada solo durante un periodo de gobierno. Nada más equivocado. Hemos tardado más de 180 años en crear, a través de leyes, el Estado que tenemos. El proceso inverso, el de alcanzar el Estado Ideal, necesariamente es un esfuerzo de largo plazo.

Taiwán necesitó treinta años para sentar las bases de su desarrollo. Irlanda, uno de los países más pobres de Europa, necesitó doce años para ser hoy uno de los más ricos del mundo, precisando que su pobreza no era tan dramática como la nuestra.

En ambos casos, el secreto ha sido “el hecho de que los sucesivos gobiernos del país hubieran mantenido el rumbo, pese a los traspiés iniciales”, como afirma Andrés Oppenheimer en su libro “Cuentos Chinos”.

Reforma de la Constitución

No se puede conducir una reforma del Estado sin modificar las leyes que le dieron la forma que hoy tiene. Y como hemos visto, muchos organismos del Estado, que necesariamente deben ser reformados, tienen en la Constitución su partida de nacimiento y tienen en esta ley de leyes sus atribuciones, responsabilidades y parte de su organización, como los tres poderes del Estado. Y si vamos a modificarlos, necesariamente debemos hacer el esfuerzo paralelo de reformar la Constitución.

Algunos creen que se puede iniciar este proceso de espaldas a la población. Nada más desacertado. Por las dos razones que hemos explicado anteriormente, el pueblo debe participar a través de los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil.

El actual gobierno ha decidido emprender la Reforma del Estado. Ha comenzado por la reforma administrativa del Poder Ejecutivo, para ello ha convocado a las fuerzas políticas pero ha prescindido del Congreso, siendo que este poder es el único facultado para dar las leyes modificatorias que el proceso requiere. Este proceso debe ser fluido y sin enfrentamientos. Esto pasa por darle al Congreso el rol que le corresponde.

Conclusiones

No se debe iniciar este proceso de reforma del Estado sin antes haberse planteado y absuelto las tres preguntas cruciales: quién, cuando y cómo se conduce el proceso.

No se debe iniciar este proceso sin antes haber informado claramente a la población sobre sus alcances.

-No puede conducirse este proceso, prescindiendo del Congreso, porque este es el único organismo del Estado que puede modificar, anular, mejorar o interpretar las leyes que dieron lugar al Estado que tenemos.

-No se puede conducir este proceso sin el concurso de todos los partidos políticos.

No se debe iniciar este proceso sin un Plan de Reforma, el cual debe ser elaborado por el Acuerdo Nacional, ya que este proceso se va ejecutar más allá de este gobierno.

-No se debe iniciar la Reforma del Estado sin definir antes qué organismo va a controlarlo o monitorearlo. Sugerimos que sea el Acuerdo Nacional, ya que esta Reforma debe ser un objetivo a largo plazo.

Ante tanta confusión, propias del voluntarismo y del hecho de que por primera vez estamos decididos a hacerla, es necesario que la mente de un Estadista aclare estos conceptos básicos sin los cuales, como dice Luis García Miró, esto sería un esfuerzo poco serio y tal vez desperdiciemos esta “oportunidad dorada” de hacerlo.

La ansiada reforma del Estado puede ser una meta no lejana.