martes, 18 de noviembre de 2014

Cambio Climático: Solución Compartida

Entre el 1 y 12 de diciembre del presente año se llevará a cabo en nuestro país la Vigésima Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático - COP 20/CMP 10, la misma que será la fase intermedia rumbo a la Conferencia Climática que tendrá lugar en París el 2015, en la que por fin se espera aprobar un amplio y nuevo acuerdo, con la finalidad de limitar el alza de la temperatura en el planeta a menos de 2 grados Celsius con relación al nivel preindustrial.

Con ocasión de este evento creo que ha llegado el momento de decir con total objetividad que ningún convenio, acuerdo o conferencia ha logrado nada importante en el compromiso de los Estados por conservar el planeta, el único hogar que tenemos. Y a pesar de la aparente buena voluntad de ellas, es de lógica elemental que si no hemos podido ponernos de acuerdo, algo muy serio lo está obstaculizando, y mientras esto no se supere, lo más probable es que estos esfuerzos sigan siendo infructuosos, debido a que los compromisos no han sido realistas o tienen una base fáctica que no todos comparten.

Historia Geológica de la Tierra

Hagamos un poco de historia para situarnos en el problema. La Tierra, este gran hogar que tenemos la obligación de preservar, se originó aproximadamente hace 5,000 millones de años, producto del colapso gravitatorio de una nebulosa. Otto Schmidt propuso en 1944 que los planetas rocosos se habían creado en forma gradual a partir de una nube de polvo cósmico. Lo que vino después se conoce como la Historia Geológica de la Tierra, la misma que se ha dividido en Eones. Estamos en el Eón Fanerozoico desde 570 millones de años hasta la actualidad.

Durante estos Eones, como dice el geofísico Claude J. Allegre de la Universidad de París, la Tierra tuvo permanentes cambios climáticos debido a su propia evolución. Los mismos que no se han detenido. Por lo tanto, es solo un mito que el hombre sea el único generador de esos cambios. Esto es lógico. La Tierra sigue inexorablemente su proceso de evolución espontánea. Lo cual no quiere decir que la emisión de gases de efecto invernadero producto de la existencia del hombre, no haya hecho también su parte.

El hombre aparece en la Tierra (según algunas teorías) desde comienzos del Cuaternario Antiguo, hace casi dos millones de años, siendo los Homínidos Australopitecidos los primeros seres que poseen ya vestigios de caracteres humanos rudimentarios. En esas condiciones es impensable que haya podido influir en el cambio climático continuo, en que estaba sumido el planeta. Alvin Toffler ("La Tercera Ola") dice que la Primera Ola surge de la revolución agrícola desde el año 8,000 a.c. hasta el siglo XVII, en la que la única fuente de energía era el esfuerzo físico (humano y el de los animales domésticos), lo que igualmente hace impensable que el "prosumidor" humano, haya podido agredir el medio ambiente.

La Revolución Industrial

Pero ocurre algo importante en el planeta en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, un acontecimiento que lo cambió todo: La Revolución Industrial, el mismo que el Premio Nobel Robert Lucas califica como el de mayor transformación. La tracción animal fue sustituida por MAQUINAS, algunas de cuyas consecuencias fueron: el deterioro del medio ambiente, degradación del paisaje y explotación irracional de la tierra.

Si bien el nivel de vida de la humanidad experimentó un crecimiento sostenido debido a la producción en serie de artículos que el hombre empezó a usar ávidamente incrementando su bienestar, al mismo tiempo, el precio fue la utilización de fuentes de energía que empezaron a dañar el medio ambiente. Primero fue el carbón y luego los combustibles fósiles como el petróleo, los que empezaron a emitir gases de efecto invernadero como el CO2. A este quiebre de la historia, Toffler identifica como la Segunda Ola, en la que el bienestar y el confort, estuvieron al alcance de todos los habitantes del planeta. Situación que nadie está dispuesto a renunciar. Por ello resulta farisaico, que se empeñen en obligar a los países industrializados a disminuir la emisión de CO2 en la fabricación de productos, siendo que los consumidores no están dispuestos a renunciar.

Creo que aquí está la clave del problema: no hay una responsabilidad compartida. Mientras la producción y consumo de esos bienes este enmarcada en la ley de la oferta y la demanda, lo más probable es que estemos pretendiendo inventar la cuadratura del círculo.

Partiendo de bases fácticas totalmente irreales, los Estados han hecho hasta hoy esfuerzos infructuosos por enfrentar el problema que todos han originado.

"Basurero" de la humanidad

Probablemente Dios, nuestro Creador, comprendió que la insensatez del hombre lo convertiría en agresor de su propia casa. Es por ello, que con la perfección con que hizo las cosas, creó los recursos que podrían transformar el CO2 que de todas maneras iba a emitir. Fue así que nos proporcionó los bosques. Ellos son el "basurero" de la humanidad. Pero lo que no se imaginó que seríamos extremadamente insensatos: los estamos arrasando en una proporción de una hectárea cada cuatro segundos. Pero hay algo más grave: los bosques tropicales solo cubren el 7% de las tierras emergidas y ellos albergan entre el 50% y el 90% del total de especies del planeta, y eso es lo que irreflexivamente estamos destruyendo.

Primera Cumbre de la Tierra

Después de varios intentos menos trascendentes, la Primera Cumbre de la Tierra se produjo en Estocolmo en 1972. No habiéndose llegado a nada concreto.Veinte años después, se llevó a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) en Río de Janeiro del 3 al 14 de Junio de 1992, más conocida como la Cumbre de Río, en la que se firmó una Declaración de 27 principios fundamentales, el segundo de los cuales reconoció el derecho soberano de los Estados de aprovechar sus recursos según sus propias políticas, otorgándoles total discrecionalidad al respecto, ventana por la que se salieron todos los compromisos medioambientales.

No habiendo llegado a nada concreto, las partes se volvieron a reunir en Kyoto, adoptándose un Protocolo el 11 de diciembre de 1997, el mismo que entró en vigor recién el 16 de Febrero del 2005. Tuvo por finalidad reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, particularmente el dióxido de carbono (CO2) en un porcentaje aproximado de al menos un 5% dentro del período que va del 2008 al 2012 en comparación a las emisiones de 1990. Estados Unidos, mayor emisor de gases de efecto invernadero a nivel mundial, no ha ratificado el protocolo. ¿Qué futuro le queda a estos esfuerzos con esta previsible ausencia?

Lo irreal e inequitativo

Antonio Cabrales dijo al respecto: "solamente un Tratado con mayor posibilidad de castigo a los que no cumplen y una conciencia más elevada del peligro que corremos, pueden dar lugar a una solución duradera". Pero lo irreal e inequitativo es que no obliga a países subdesarrollados como el nuestro a no permitir la depredación de los bosques, hacer algo efectivo contra la elaboración de drogas con agentes químicos, ni utilizar obligatoriamente energía limpia. ¿O es que acaso solo los países desarrollados contaminan el planeta? Será tal vez por ello, que existe una renuencia para cumplir con las metas.

Y mientras esta sea la visión de las cumbres, protocolos y conferencias, a nada concreto llegaremos. Solo se alimentan de estos argumentos (que son solo medias verdades) aquellos organismos que, como los de derechos humanos, han hallado una forma de subsistir. Les conviene que esto se alargue para tener razones para vivir.

Sigamos luchando por el planeta

Pero luchemos todos. Si no hemos podido reducir la emisión de gases tóxicos y lo probable es que no logremos este deseo, propongo agrandar el "basurero": los bosques, los mismos que son capaces de reciclar estos gases, en particular el CO2. Para que esto sea viable, planteo la siguiente fórmula:

A.- Ponerle un impuesto a todos los artículos, artefactos y electrodomésticos que afecten el medio ambiente (como los automóviles), el mismo que puede fijarse en 0.10% del valor de compra-venta y lo pagaría el usuario.

B.- Que los fabricantes paguen el 0.05% de impuesto por cada artículo fabricado, que durante su uso emitan gases de efecto invernadero.

C.-  Estos fondos, ponerlos en manos de un fideicomiso internacional administrado por la ONU, el mismo que podría llamarse: "Consejo de las Naciones Unidas para la Salvación del Planeta" y el impuesto podría denominarse: "Impuesto en favor de la Humanidad".

D.- Con este fondo premiar con una cantidad a determinar a todos los Estados subdesarrollados por sembrar una hectárea de bosques, dinero que debe ir directamente a los pueblos que se empeñan en este esfuerzo. El mismo que tendrá control satelital.

E.- Una cifra menor a fijar, para los gobiernos por no disminuir sus áreas boscosas.

F.- Disminuir gradualmente ese impuesto a las empresas que disminuyan (como consecuencia tecnológica) la emisión de gases de efecto invernadero.

¿Demasiado sencillo?

Pues efectivamente sí. Decía Descartes que los problemas más complejos son los que tienen las soluciones más simples, por ingeniosas. Esta es una de ellas. Seguramente encontrará renuencia de los ambientalistas, que quieren que este problema no tenga solución porque de él viven.

Esta es una macro proposición. Más bien las próximas conferencias sobre cambio climático, deberían afinarla. Girando alrededor de esta idea, estoy seguro que llegaremos a avanzar. Porque todo lo que hemos hecho hasta hoy ha sido: "Demasiado poco y demasiado tarde", como dijo Martin Khor en la Third World Resurgence.

Para replantear todo lo andado

Queremos plantear una idea que creemos (por original e ingeniosa) podría servir para replantear todo lo andado. Para ello, partiremos de las siguientes premisas:

PRIMERO: No es cierto que solamente el hombre esté originando el cambio climático. El planeta, por su propia dinámica, también está en constante cambio, como ha sucedido desde hace 5,000 millones de años. Actualmente los volcanes emiten ingentes cantidades de gases tóxicos.

SEGUNDO: Es irreal que el hombre vaya a renunciar al progreso y el confort que le proporcionan los artículos, bienes diversos y servicios que fabrican en gran volumen los países desarrollados, consecuencia de lo cual emiten en sus usinas gases de efecto invernadero.

TERCERO: Es irrefutable, que tan irresponsables con el medio ambiental han sido los países desarrollados como los subdesarrollados, como el nuestro. Por desidia de sus gobiernos se han deforestado millones de hectáreas de bosques. Y en el caso del Perú, aún no se ha podido erradicar la minería informal que deforesta y envenena los ríos de la selva, así como no hemos tenido la capacidad de acabar con la elaboración de drogas que vierten miles de toneladas de agentes químicos en ellos.

CUARTO: No es totalmente cierto que la gran minería haya sido una actividad inocua. En nuestro país, con la complacencia de los sucesivos gobiernos, existen hoy más de siete mil pasivos ambientales que el Estado no está en capacidad de remediar.

QUINTO: Son incongruentes los ecologistas. Viven de exigir a los demás, lo que son incapaces de exigirse a sí mismos. ¿Renunciarían a sus automóviles que emiten CO2? ¿Podrían vivir sin refrigeradoras? ¿Serían capaces de sembrar árboles para agrandar el "basurero" en vez de exigir solo a una de las partes disminuir la emisión de "basura"?

Peor es no hacer nada o hacer muy poco. Cuando algo no avanza, es porque hemos

escogido el camino incorrecto. Esa es mi opinión.